"Tras tantos años, tras toda una vida, volví a verla. «¿Por qué lloras?», le pregunté de entrada. «No lloro», me respondió. Y en efecto no lloraba, me sonreía, pero habiendo la edad deformado sus rasgos la alegría no podía ya acceder a su rostro, en el que se hubiera podido leer: «Quien no muera joven, se arrepentirá tarde o temprano».
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