jueves, 7 de abril de 2016

Oliverio Girondo

NOCTURNO

Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana.
Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos.
Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas.
Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo,
y cuál será la intención de los papeles
que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras,
y en que las cañerías tienen gritos estrangulados,
como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa,
al dar vuelta la llave de la electricidad,
en el espanto que sentirán las sombras,
y quisiéramos avisarles
para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones.
Y a veces las cruces de los postes telefónicos,
sobre las azoteas,
tienen algo de siniestro
y uno quisiera rozarse a las paredes,
como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos
que nos pasaran la mano por el lomo,
y en las que súbitamente se comprende
que no hay ternura comparable
a la de acariciar algo que duerme.

Visto



Un hombre, que asistía a las reuniones de un grupo, sin ningún aviso dejó de participar en sus actividades.
Después de algunas semanas, una noche muy fría el líder del grupo decidió visitarlo.
Encontró al hombre en casa, solo, sentado frente a una chimenea donde ardía un fuego brillante y acogedor.
Adivinando la razón de la visita, el hombre dio la bienvenida al líder, lo condujo a una silla grande cerca de la chimenea y se quedó quieto, esperando una pregunta.
Se hizo un grave silencio.
Los dos hombres contemplaban la danza de las llamas en torno de los troncos de leña que crepitaban.
Al cabo de algunos minutos el líder, sin decir palabra, examinó las brasas que se formaban y cuidadosamente seleccionó una de ellas, la más incandescente de todas, retirándola a un lado del brasero con unas tenazas.
Volvió a sentarse, permaneciendo silencioso e inmóvil después de solicitar permiso para fumar su pipa.
El anfitrión prestaba atención a todo, fascinado pero inquieto.
Al poco rato, la llama de la brasa solitaria disminuyó, hasta que sólo hubo un brillo momentáneo y el fuego se apagó repentinamente.
En poco tiempo, lo que era una muestra de luz y de calor, no era más que un negro, frío y muerto pedazo de carbón recubierto por una leve capa de ceniza.
Muy pocas palabras habían sido dichas desde el ritual saludo entre los dos amigos.
El líder, antes de prepararse para salir, con las tenazas blandió el carbón frío e inútil, colocándolo de nuevo en medio del fuego.
De inmediato la brasa se volvió a encender, alimentada por la luz y el calor de los carbones ardientes en torno suyo.
Cuando el dirigente alcanzó la puerta para irse, el anfitrión le dijo:
Gracias por tu visita y por tu bellísima lección.
Regresaré al grupo.
Buenas noches.


¿Por qué se extinguen los grupos?
Muy simple: porque cada miembro que se retira le quita el fuego y el calor al resto.
A los miembros de un grupo vale recordarles que ellos forman parte de la llama y que lejos del grupo pierden todo su brillo.
A la familia vale recordarle que son responsables por mantener encendida la llama de cada uno de los miembros y por promover la unión entre todos ellos, para que el fuego sea realmente fuerte, eficaz y duradero.

 Yo, como parte de este grupo, deseo que la llama que nos une siempre siga ardiendo; lo que importa es estar conectados, algunos en silencio y otros muy activos.

Los que aquí estamos Dios nos puso en nuestro camino para aprender o enseñar mutuamente, sin críticas, ni egoísmo...
¡Mantengamos la llama viva!

viernes, 10 de abril de 2015

Lou Andreas-Salomé



Aunque estés lejos, te contemplo.
Aunque estés lejos, te entregas a mí
En un presente que nada puede destruir.
Rodeas mi vida, eres mi paisaje.
Me envuelves una y otra vez con tu risueña grandeza.
El sol despunta sobre tus altas iglesias,
Asciende sobre tus orillas amplias, infinitas,
Ilumina tus bosques cada mañana.
Cuando vuelva a oscurecer,
El cielo de junio iluminará la noche;
Cuando llegue la madrugada, el agudo graznido
De las gaviotas atravesará la niebla que cubre tus olas…
¡Aunque no hubiera reposado en tus orillas,
No habría dejado de conocer tu grandeza,
Porque la marea de mis sueños
Me lleva hasta tus enormes soledades!

.

Wilfredo Owen


Doblados como viejos mendigos bajo bolsas,
Chocando las rodillas y tosiendo como viejas, maldecimos a través del lodo
Hasta darle la espalda a las condenadas bengalas
Y empezar a arrastrarnos a un descanso remoto.
Los hombres marchaban dormidos. Muchos ya sin botas
Cojeaban calzados de sangre. Todos patéticos, ciegos todos,
Ebrios de cansancio, sordos incluso a los silbidos
De proyectiles decepcionados que caían más atrás.
¡Gas! ¡Gas! ¡De prisa, chicos! En un éxtasis de torpeza
Nos calamos torpes cascos justo a tiempo;
Pero alguno seguía pidiendo ayuda a gritos tropezando
Indeciso como un hombre ardiendo en llamas o cal viva.
Borroso tras los vidrios empañados y a través de aquella verde luz espesa,
Como hundido en un mar verde, lo vi ahogarse.
En todos mis sueños, ante mi vista indefensa,
Se abalanza sobre mí, se atraganta, se ahoga, se apaga.
Si en algún sueño asfixiante también pudieras seguir a pie
La carreta donde lo arrojamos
Y ver cómo retorcía los blancos ojos en la cara,
Una cara colgante, como un diablo harto del pecado;
Si pudieras oír, a cada tumbo, la sangre
Vomitada por pulmones de espuma corrompidos,
Obsceno como el cáncer, amargo como pus
De viles llagas incurables en lenguas inocentes,–

Amigo mío, no contarías con tanto entusiasmo
A los niños que arden ansiosos de gloria
Esa vieja mentira: Dulce et decorum est
Pro patria mori.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Darío Jaramillo Agudelo


Algunas Cosas que me gustaría saber

Tengo inmensa curiosidad de saber
cómo se vuelve uno invisible
y  qué opinan los enanos del cuento Blanca Nieves
y quién fue el asesino del mariscal Sucre
Y cuál es el remedio para la gripa
Y cómo hacerme rico, multimillonario
Y la fórmula para tener diez orgasmos en una noche
-pues apena puedo tener ocho
Y me gustaría saber
qué opinan los floreros de las rosas
y si existe algún conjuro para traer desde lejos a dos o tres amigos mios
y quien le escribió lo discursos a César
y quién inventó sus frases famosas.
Y me gustaría saber
si existió alguna vez la máquina del tiempo
y quién fue el cortesano adulador
que llamó sabio por primera vez a Alfonso Décimo
Y si alguien se atrevió a decirle a Atila que era un bárbaro
Y tengo una inmensa curiosidad
de que me expliquen en que consiste la cibernética
y de descubrir quiénes de ustedes son agentes de la CIA.
y tengo la inmensa curiosidad de saber
Si la poesía sirve para alguna cosa.

.



viernes, 7 de noviembre de 2014

Leonore Kandel

POEMA PARA TIRANOS

"los seres que sienten son incontables
- prometo iluminarlos a todos"

Primer voto del budismo


parece que debo amarte incluso a ti
más fácil amar las cosas bonitas
los niños las campanillas
más fácil (al aumentar la compasión)
amar al desconocido

fácil incluso darse cuenta (con compasión)
del dolor y del terror implícito en aquellos
que tratan el mundo alrededor
con tanta brutalidad tanto odio

pero oh yo no soy cristo
bendiciendo a mis verdugos
no soy buda no soy santa
tampoco poseo esa fuerza incandescente
de la fe iluminada

pero así y todo
eres un ser que siente
respirando este aire
al igual que yo soy un ser que siente
buscando mi iluminación
debo buscar la tuya

si tuviera el amor suficiente
si tuviera la fe suficiente
podría quizá entonces trascender tu camino
y alterar incluso eso

perdóname entonces —
no puedo amarte todavía

viernes, 31 de octubre de 2014

José Hierro

Luz de tarde

Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo este espacio,
tornar a este instante.
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pueda volver a encontrarme.
Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
la apariencia tranquila del aire,
esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase...
Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas,
guardar estas cosas. Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,
poblando otra tarde como esta de ramas que guarde en mi alma,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse.

.


José Hierro


Lear King en los Claustros


Di que me amas. Di "te amo".
Dímelo por primera y por última vez.
Sólo: "te amo". No me digas cuánto.
Son suficientes esas dos palabras.
"Más que a mi salvación", dijo Regania.
"Más que a la primavera", dijo Gnerila.
(No sospechaba que mentían.(
Di que me amas. Di "te amo",
Cordelia, aunque me mientas,
aunque no sepas que te mentes.
Todo se ha diluido ya en el sueño.
La nave en que pasé la mar,
fustigada por los relámpagos
era un sueño del que aún no he despertado.
Vivo brezado por un sueño,
inerme en su viscosa telaraña,
para toda la eternidad,
si es que la eternidad no es un sueño también.
La tempestad me arrebató al Bufón,
al pícaro azotado, deslenguado, insolente,
que era mi compañero, era yo mismo,
reflejo mío en los espejos
cóncavos y convexos que inventó Valle-Inclán.
Los brazos de las olas me estrellaron
contra el acantilado. Y un buen día,
ya no recuerdo cuándo, desperté,
y hallé sobre la arena
piedras labradas con primor,
sillares corroídos, lamidos y arañados
por los dientes y garras de las algas.
Entonces, desatado del sueño,
comencé a rehacer el mundo mío
que se despedazaba bajo un sol diferente.
Y aquí está al fin, delante de mis ojos.
Oigo cómo jadea
con la disnea del agonizante, del sobremuriente.
Espera a que tú llegues
y me digas, "te amo".
Conservo aquí los cielos que viajaron conmigo
grises torcaces de Bretaña, cobaltos de provenza,
índigos de Castilla.
Sólo tú eres capaz de devolverles
la transparencia, la luminosidad
y la palpitación que los hacían únicos.
Aquí están aguardándote.
Quiero oírte decir, Cordelia, "te amo".
Son las mismas palabras que salieron
de labios de Regania y Gonerila,
no de su corazón. Más tarde
se deshicieron de mis caballeros,
hijos del huracán, bravucones, borrachos,
lascivos, pendencieros... regresaron
al silencio y la nada.
La niebla disolvió sus armaduras,
sus yelmos, sus escudos cincelados,
aquel hervor y desvarío
de águilas, quimeras, unicornios,
cisnes, delfines, grifos...
¿Por qué reino cabalgan hoy sus sombras?
Mi reino por un "te amo", sangrándote en la boca.
Mi eternidad por sólo dos palabras.
Susúrralas o cántalas sobre un fondo real
-agua de manantial sobre los guijos,
saetas que desgarran con su zumbido el aire-
así la realidad hará que sean reales
las palabras que nunca pronunciaste!-
y que ultra suenan en un punto
del tiempo y del espacio
del que tengo que rescatarlas
antes de que me vaya.
Ven a decirme "te amo":
no me importa que duren tus palabras
lo que la humedad de una lágrima
sobre una seda ajada.
En esta paz reconstruida
-sé que es tan sólo un decorado- represento
mi papel; es decir, finjo,
porque ya he despertado.
Ya no confundo el cante de la alondra
con el del ruiseñor. Y aquí vivo esperándote,
contando días y horas y estaciones.
Y cuando llegues, anunciada
por el sonido de las trompas
de mis fantasmales cazadores,
sé que me reconocerás
por mi corona de oro (a la que han arrancado
sus gemas las urracas ladronas)
por la escudilla de madera que me legó el bufón
en la que robles y arces depositan
su limosna encendida, su diezmo volandero,
el parpadeo del otoño.
Ven pronto, el plazo ya está a punto
de cumplirse. Y no me traigas flores
como si hubiese muerto.
Ven antes de que me hunda
en el torbellino del sueño.
Ven a decirme "te amo" y desvanécete en seguida.
Desaparece antes de que te vea
sumergida en un licor trémulo y turbio,
como a través de un vidrio esmerilado.
Antes de que te diga:
"yo sé que te he querido mucho,
pero no recuerdo quién eres."

.


martes, 14 de octubre de 2014

Amado Nervo




IX. ¡QUÉ IMPORTA!

¡QUÉ importa que no sepas cómo te sigo amando
más allá del sepulcro, si lo sé yo con creces!
¡Qué importa que no escuches cómo estoy sollozando
si escucho mi sollozo yo, que soy tú dos veces!


.



Leopoldo María Panero

THE END

He fumado mi vida y del incendio
sorpresivo quedan
en mi memoria las ridículas colillas:
seres que no me vieron, mujeres como vaho,
humo en las bocas, y silencio
por doquier, como un sudario
para lo que no quise ser, y fue
como vapor o estela sobre las olas ociosas, niños con marinera
que en la escuela aprendieron el Error.
No había nadie en aquel pozo, estaba
vacía la cárcel, pienso cuando
abriendo al fin la puerta, y descorriendo
por fin el cerrojo que me unía
inútilmente a las águilas, y me hacía
amar las islas y adorar la nada,
descubro
banal, y sonriéndome, la luz.

.



Reinaldo Arenas



Tú y yo estamos condenados
por la ira de un señor que no da el rostro
a danzar sobre un paraje calcinado
o a escondernos en el culo de algún monstruo.
Tú y yo siempre prisioneros
de aquella maldición desconocida.
Sin vivr, luchando por la vida.
Sin cabeza, poniéndonos sombrero.
Vagabundos sin tiempo y sin espacio,
una noche incesante nos envuelve,
nos enreda los pies, nos entorpece.
Caminamos soñando un gran palacio
y el sol su imagen rota nos devuelve
transformada en prisión que nos guarece.


.


Juan Carlos Onetti

Y el pan nuestro

Sólo conozco de ti
la sonrisa gioconda
con labios separados


Querida Litty

Desde hace meses
con inusitada frecuencia
no me deja el cartero cartas tuyas.



Balada del ausente

Entonces no me des un motivo por favor
No le des conciencia a la nostalgia,
La desesperación y el juego.
 
 
.
 
 

Sandro Penna

I

Estaba el barco cargado de luz
solitario y seguro,
cuando de pronto llegó mi amigo:
me pareció aún más bello bajo el sol occidental.
El sol de septiembre
cuánta luz
pone en los ojos de las cosas
recién barnizadas, cuánta muerte
en quien desciende por la calle de la vida.
Sea feliz mi amigo, y un poco hostil
brille la luz del barco, escribo
serenamente con su lápiz.
(Quería decir sólo que el barco
era un muchacho y el lápiz su dádiva inocente
como una copla.)

II

Sol sin sombra sobre cuerpos viriles
abandonados. Calla toda virtud.

Lenta el alma se hunde – con el mar –
en un sueño luminoso. Y de pronto
emergen – jóvenes islas – los sentidos.
Pero el pecado ya no existe.

Sandro Penna

Cesar Vallejo

En el rincón aquel, donde dormimos juntos
tantas noches, ahora me he sentado
a caminar. La cuja de los novios difuntos
fue sacada, o talvez que habrá pasado.

Has venido temprano a otros asuntos
y ya no estás. Es el rincón
donde a tu lado, leí una noche,
entre tus tiernos puntos
un cuento de Daudet. Es el rincón
amado. No lo equivoques.

Me he puesto a recordar los días
de verano idos, tu entrar y salir,
poca y harta y pálida por los cuartos.

En esta noche pluviosa,
ya lejos de ambos dos, salto de pronto...
Son dos puertas abriéndose cerrándose,
dos puertas que al viento van y vienen
sombra a sombra.

Luis Garcia Montero

NUEVAS CONFESIONES

Es que no eras el mismo,
me dices con los ojos quemados de mirarme.
Te dolía la casa,
viajabas demasiado y sin motivo,
rodabas por el humo de la noche
igual que el sueño roto de la mesa,
parecías amargo,
muy perdido,
tal vez por otros cuerpos,
tal vez por una fecha
en la vida de nadie,
una cita sin año ni estación.
El cuervo de la lluvia cruza por la ventana.
Cuando yo no era el mismo,
te quería también.
(Luis García Montero)

Idea Vilariño

EL FUEGO

Sin él
aquí
sin él.
Su fuego susurrando.

Yannis Ritsos

Cuarteto
 
Todo se lo llevó anoche la luna argéntea,
sólo quedó un fardel de azufre en la playa
y una uva que relajada se azulaba
entre dos hojas grandes, frescas.
 
                                                        Samos, 24-08-64