jueves, 17 de julio de 2008

Fernando González.



Hambre, Amor y Miedo. Todos los trabajos los hace el hombre por esas tres causas. El hombre es pues un ser hambriento, amante y miedoso. En la juventud prepondera el amor, en la vejez el miedo a la muerte. Estudiar al hombre, su obra y su mundo interior desde el punto de vista del hambre, el amor y el miedo, es el único método científico. Amor, instinto de procreación, eso era claro (ya no lo es), hambre, instinto de conquista (ya no lo es, no se conquistan naciones, se las domina para que sacien no ya el hambre de alimentos, sino de recursos). Porque el hombre es hambriento y es amante, apareció la familia, la nación, el derecho. Perseguido por el hambre, ese animal extraño bajó de los árboles a asesinar otros animales y alimentarse de su carne. Y éste es el bípedo. Apareció la mano y libertó al espíritu, libertó las mandíbulas y apareció la sonrisa. Amor de manos, de labios, de caricias. Las yemas de los dedos las creó el hambre, el amor y el miedo. Le sirven para atacar, y para defender. La mano!, todo es su prolongación. Las yemas calculan la resistencia, el calor, las curvas, antes de ellas el amor no era el amor sino un momentáneo acto de fieras. Los dedos fueron los inventores y depositarios del amor. Y la sonrisa... el hombre que no tiene hambre ni miedo comprende, sonríe y es apacible. El dios del primer hombre era el diablo... surgió del hambre, del amor, del miedo. Nos miramos por dentro y vemos allí confusos sueños, formas de amor, ansias de riqueza y miedo a la muerte. Hambre, Amor y Miedo. Tres personas distintas y un solo dios verdadero. Hambre, amor y miedo, en ese orden.


(El libro a leer es Viaje a Pié)

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