viernes, 18 de julio de 2008

Gonzalo Arango


Te amo sin sexo pero veo que eres victima de obsesiones y no tomas mi vida en serio. Es necesario que la tomes. Los puentes de regreso al pasado están rotos. Soy libre sin remordimientos. No me siento culpable de nada. Es la vida la que hace el amor y lo destruye. No pienso detenerme a rumiar nostalgias. Me abro a nuevos rumbos disparando la flecha sin soltar el arco un poco cada vez más lejos. Al menos eso creo y debes tener tus razones para no estar de acuerdo. Pero juro que no estoy vencido, victima de la vida, padeciendo de esas enfermedades imaginarias que me inventas para hacerme sentir culpable de tu soledad. Estás errado te digo. No viviré más en el infierno de la posesión egoísta. El sexo era otro paraíso artificial, el escape de la conciencia atormentada. Ya no me escapo. El mundo es ahora mi morada. Me amo más, es decir, lo amo todo libremente. La libertad me ha despertado con la frescura de su fuerza. Se trata de un cambio de piel y esto nada tiene que ver con "maleficios" como supones o sospechas. Soy yo mismo quien elige mi vida, en la dirección que camino, amo, niego y afirmo. Soy mis actos, frutos de mi libertad, y nadie tiene derecho a convertirme. No soy reo del pasado, ni hipoteca eterna del corazón. No me cobres deudas felices ni fidelidades ciegas a lo que se fue. Mi amor pagó tu amor, nada debo. Vivir es mejor que recordar. No te hagas ilusiones de que las golondrinas de verano volverán al nido que abandonaron cuando pasó el invierno. Te aprecio y deseo que seas libre, que ames plenamente. Los valores de una persona están por encima del sexo, y es en ese sentido como te aprecio. Porque cuando el sexo supera los valores, la relación se torna alienada, posesiva, y el egoísmo se sacia en la destrucción y la muerte del otro. Hoy solo me apasionan la libertad y sus frutos, la negación de la razón y la serpiente lógica. Como ves, estoy ardiendo en la mejor hoguera, haciendo alas de mis viejas cenizas. No sé para donde voy pero estoy soltando los cables que me tenían anclado a los viejos puertos de mi vida polvorienta. El impuso me llevará donde sea, como la sed al agua. Estoy en marcha hacia una meta que no existe, entre la locura y el sol. Estoy separado de ti y de mí mismo por un mar muerto y una nueva esperanza.

Amor, te digo adiós.

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