martes, 15 de julio de 2008

Hermann Hesse

Cada ser humano tiene un alma que no puede entretejer con ninguna otra. Podrán dos criaturas ser muy unidas, podrán conversar entre sí y estar muy juntas, mas sus almas son cual flores arraigadas en un lugar que les es propio, de manera que ninguna puede llegarse hasta la otra si no es abandonando sus raíces, que es precisamente lo que no puede hacerse. Las flores exhalan su aroma y lanzan sus simientes a los aires porque se aman; pero el que una simiente llegue al lugar para el que está destinada no es cosa que dependa de las flores sino del viento que las lleva de aquí para allá según su capricho.

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