Los coloreados fuegos, ligeramente encrespados, que ascendían veloces en medio de las tinieblas para de pronto extinguirse, me parecían una acabada imagen de los goces humanos que cuanto más intensos son tanto más nos sacian o tanto más rápidamente se extinguen... Al fin de cuentas todo ser humano tiene algo que es exclusivamente suyo, enteramente propio, sin que pueda compartirlo con nadie... Acaso la congoja de los hombres se deba muchas veces a que nos damos cuenta de la nulidad de nuestro querer y que todo sigue su curso prescindiendo por entero de nosotros.
(Tres Momentos Una Vida)
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