jueves, 7 de mayo de 2009

Luis Fernando Gutiérrez-Cardona

DESOLACIONES

¿por qué será que si decido
morir nadie me cree ?
(Mario Benedetti
)


Una a una voy cerrando las puertas de los sueños
no alcanzados ni alcanzables.

No son muchas.
Soñé poco
—ni para eso bueno—
y como el de Asís, lo poco que soñé
lo soñé poco.

Sueños de ese texto empastado en cuero café
que leía algunas noches,
hasta llegarlo a saber completo
sin que pudiera recordarlo en absoluto luego.

El de sentarse a hablar contigo
una tarde frente al mar por el que navegó Alejandro,
una conversación en que primara el viento.
y caminar después por donde anduvo Sócrates.

El de volver a ver la luna verde en Providencia
solo,
e ir de sitio en sitio en sandalias,
con un morral al hombro
en que cupiera todo lo que hace falta,
que es en realidad bien poco,
y no tener nada más,
y no pagar facturas.

El de ver la puesta del sol
en La Alhambra,
tomado de su mano.

El de morirse joven.
sin haber sido,
y ser.

El de ser libre,
el de sentirse amado,
y amar
tal cual se respira
sin retribución, ni cambio.

(Todavía hay posibilidad de dejarse ir
mientras el sueño se apodera del cuerpo
a más de cinco mil metros de altura.
en una noche de luna nueva
en que brillen luceros en el cielo.)

Gime al cerrarse cada puerta
un gemido de alma
por cuando se deja de soñar
en tener sueños.

.

1 comentario:

Ada Ortiz dijo...

que bonito lo leere en mi proxima toma de poesias.