martes, 16 de junio de 2009

Amalia Bautista



Que tonto fui, esposa pecadora,
cuando me entristecí por el castigo.
Hasta entonces no había descubierto
la seducción que habita entre las telas
que te cubren ahora; no entendía
que un desnudo total y primitivo
no podía esconder ningún encanto,
y que sólo a las bestias alegraba:
Ven, acércate más, bésame, Eva
y no te desabroches todavía.

*

No hay comentarios: