lunes, 24 de agosto de 2009

Nicolás Suescún



Jamás tantos muertos
rondaron la casa de los vivos,
jamás tantos vivos
rondaron la casa de los muertos.

Nunca se oyeron tantas voces,
nunca tanto silencio,
nunca se fue al traste tanta cosa
y se pudo más y se hizo menos.

Siempre es que hemos vivido tanto tiempo
que uno ya se pregunta qué sería de la tierra
sin el peso gravoso de los hombres,
y qué sería de los hombres sin la tierra.

Ahora son las diez de un martes o de un muerto
y mi sangre corre, corre la de los vivos
a dieta de sopas de sangre de sabores diversos,
y huesos enlatados, cadáveres en polvo,
todo el corpus delictis de la A a la Z.

*



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