martes, 15 de julio de 2008

Dalai Lama

A veces hacemos sufrir a los demás por ignorancia, sin saber que sufren. Raramente somos conscientes, por ejemplo, de que los animales también sienten placer y dolor. No comprendemos realmente el sufrimiento de nuestros congéneres, salvo que los hayamos vivido nosotros mismos. Evidentemente, son ellos los que sufren, no nosotros. Solo diciéndonos "Cuando me pegan, cuando me insultan, sufro así o sufro así" nos podemos hacer una idea de lo que otros experimentan.

A algunos les da del todo igual, también el daño que hagan a los demás. Piensas que lo esencial es que ellos salgan indemnes. De nuevo se trata de un problema de inconsciencia. Cuando más hacemos sufrir a los demás, más acumulamos las causas de nuestro propio sufrimiento. Sin embargo, cuando perjudicamos a la sociedad, nos perjudicamos doblemente a nosotros mismos.

Si hemos actuado muy mal hacia otra persona, lamentémoslo. Reconozcamos nuestros errores, pero sin pensar que nos condenamos así a no poder vivir normalmente. No olvidemos lo que hemos hecho, pero no nos dejemos destruir por los remordimientos, lo que equivaldria a "me equivoqué en el pasado, pero no se repetirá más. "Soy un ser humano, soy capaz de liberarme de mis errores". Si perdemos la esperanza, es que no nos hemos perdonado.

Vayamos a ver, si es posible, a quien hemos hecho daño. Digámosle sinceramente: "Me he comportado mal contigo, te he hecho mucho daño, perdóname". Si la otra persona aprecia nuestro arrepentimiento y desaparece su resentimiento, ¿no es lo que el budismo llama una "confesión reparadora"?. Pero no es necesario hacer de ello una noción religiosa. Basta con tender la mano a los que nos han hecho sufrir, reconocer que nos hemos equivocado, expresar nuestra más sincera disculpa, y asi apaciguar los rencores. Naturalmente, para que esto sea posible es necesario que las dos partes sean capaces de demostrar una gran amplitud de miras.

También están los que hacen el mal deliberadamente. La única reacción posible de la sociedad en este caso es la fuerza. ¿Que otra cosa hacer con Hitler o con Pol Pot?.
Pienso que el deseo de hacer daño no es innato. No está en nosotros desde el nacimiento, surge más tarde. Es del dominio de las fabricaciones metales. Hitler se puso a pensar que los judios eran seres dañinos que habia que eliminar, y esta idea se desarrolló hasta el punto de que eclipsó a las demás y destruyó cualquier sentimiento de compasión. De forma general, toda visión del otro como enemigo procede de la imaginación. En términos budistas, este fenómeno esta calificado como artificial, prefabricado, por oposición a lo que existe de forma natural. Un pensamiento surje, lo creemos verdaderamente, le concedemos gran importancia, construímos un programa sobre él y lo ponemos en ejecución sin preocuparnos por los sufrimientos que infligimos a los demás.

Para lograr un cambio de actitud en los descarriados, hay que hacer en primer lugar un llamamiento a su humanidad más profunda y encontrar el medio de apartarlos, aunque solo sea un poco, de su ideología. Entonces, sólo hay una oportunidad de hacerlos razonar. Si no lo conseguimos, no queda sino la fuerza. Pero no cualquier fuerza: incluso si los demás han cometido crímenes horribles, siempre debemos tratarlos con humanidad. es el unico método posible, si queremos verles cambiar un día.

El amor es el ultimo medio de transformación de los seres, incluso aquellos que están llenos de ira u odio. Manifiesta continuamente este amor, sin variar, sin cansarte, y les impresionarás. Este proceso lleva mucho tiempo. Personalmente, yo sería incapaz. Al principio trataria de ser educado, pero me cansaria bastante pronto y acabaria por decir "Peor para ti". Hay que tener una enorme paciencia. Pero si tu intención es perfectamente pura y tu amor y compasión no varían, lo lograrás.


No hay comentarios: