martes, 15 de julio de 2008

Eduardo Galeano


Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadioff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.

Cuando el nińo y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el nińo quedó mudo de hermosura.

Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre

- Ayúdame a mirar!

.


No hay comentarios: