"El órgano me horroriza, me recuerda a la religión. Es el miedo lo que hace que la gente sea religiosa, y el sonido del órgano le recuerda ese miedo. De pequeño iba a la iglesia, pero hacia los seis años, le pregunté a mi madre por qué siempre en la iglesia me trataban de pecador aunque no hubiera hecho nada malo. Como no obtuve una respuesta satisfactoria dejé de ir a la iglesia. Hoy no creo en nada, salvo en mí mismo..."
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