domingo, 4 de noviembre de 2012

Jorge Riechmann



"La historia parece llevarnos en su vientre
Sin duda se ha olvidado de parirnos."
Mircea Dinescu.


La sublevación popular en Rumanía marca el desenlace trágico de un siglo trágico: en ese horroroso baño de sangre culmina el siglo de las guerras civiles y la tragedia proletaria del estalinismo. Casi es ya un lugar común señalar que el siglo XX acaba --a efectos históricos y no meramente cronológicos-- en diciembre de 1989. Se abre una nueva época con los augurios más siniestros imaginables para los oprimidos y los desposeídos, con las exactas premoniciones de muerte del planeta a la distancia de nuestra respiración.

En este mundo vivo. De estos sufrientes querría --en algún mañana casi inconcebible-- ser hermano. En esta tierra martirizada afirmo los pies. Hay una memorable máxima de Brecht --recordada por Walter Benjamin en sus anotaciones de Svedenborg-- en la que hoy conviene hacer hincapié: no conectar con el buen tiempo pasado, sino con el mal tiempo presente.

Escribir --también escribir poemas-- puede ser una forma de obrar. Quizá a la manera del judío rumano Paul Antschel: "Estábamos muertos y podíamos respirar".

Jorge Riechmann
29 de diciembre de 1989.

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