"La historia parece
llevarnos en su vientre
Sin duda se ha olvidado de
parirnos."
Mircea Dinescu.
La sublevación popular en Rumanía marca el desenlace
trágico de un siglo trágico: en ese horroroso baño de sangre culmina el siglo
de las guerras civiles y la tragedia proletaria del estalinismo. Casi es ya un
lugar común señalar que el siglo XX acaba --a efectos históricos y no meramente
cronológicos-- en diciembre de 1989. Se abre una nueva época con los augurios
más siniestros imaginables para los oprimidos y los desposeídos, con las
exactas premoniciones de muerte del planeta a la distancia de nuestra
respiración.
En este mundo vivo. De estos sufrientes querría --en
algún mañana casi inconcebible-- ser hermano. En esta tierra martirizada afirmo
los pies. Hay una memorable máxima de Brecht --recordada por Walter Benjamin en
sus anotaciones de Svedenborg-- en la que hoy conviene hacer hincapié: no
conectar con el buen tiempo pasado, sino con el mal tiempo presente.
Escribir --también escribir poemas--
puede ser una forma de obrar. Quizá a la manera del judío rumano Paul Antschel:
"Estábamos muertos y podíamos respirar".
Jorge Riechmann
29 de diciembre de 1989.
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