martes, 15 de julio de 2008

Carlos Castro Saavedra


CALLÉMONOS UN RATO


Hemos hablado mucho, compatriotas,
¿porqué no nos callamos
para que las palabras se maduren
en medio del silencio
y se vuelvan arroz,
cajas de pino, escobas,
duraznos y manteles?

Hacemos mucho ruido
y repetimos la palabra muerte
hasta que la matamos.
Decimos mucho corazón
y gastamos el fruto más hermoso del pecho.

Lo que importa es el río,
no su nombre.
Lo que interesa es pan
y no discursos
sobre las propiedades de la harina.

El mar es bello porque es mar
y no porque lo cantan los poetas,
y existirían piñas
aunque no se llamaran como llaman.

Bajo la tierra crece la semilla
porque el surco no habla
ni le pone adjetivos a la espiga.

Un hombre que se calla largamente
se convierte en camino,
y si guarda silencio su mujer
puede volverse viaje.

Callémonos un rato,
al menos para ver qué le sucede
a la palabra uva.
Es posible que crezca y se derrame
hasta llenar el mundo de dulzura
y cascadas de vino.

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