martes, 15 de julio de 2008

Luis Alberto de Cuenca

La llamada

La noche había sido muy larga y muy oscura.
Quería oír tu voz. Que tus dulces palabras
me trajeran un poco de calma. Que el cariño
que sentías por mí viajara por teléfono
hacia mi corazón maltrecho y derrotado.

Quería oír tu voz y oí la de tu amante.


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